La música arañaba mis oídos y las luces de colores deslumbraban mis ojos. Daba tumbos por la estancia abarrotada de gente, con la copa en una mano y la desesperación de encontrarte en la otra. Miraba las caras de las personas, me fijaba en cada uno de sus rasgos pero tú no estabas en ellos. Me invadió el pánico y tras él, poco a poco, fue haciéndose hueco la realidad. ¡Pobre ilusa! No ibas a volver, era real, te habías ido. Y yo, como una tonta, intenté ahogarme en mi copa cuando la desesperación recorrió todas mis terminaciones nerviosas hasta hacerme perder el sentido por completo.

"El más profundo silencio..."
Victoria Francés
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